Sofía Valanci A, Leopoldo Castañeda M, María del Carmen Hernández B, Raúl Esparza I
RESUMEN
Las hernias incisionales ocurren en 5-20% en los pacientes después de cirugía abdominal. La hernioplastia con sutura se ha abandonado por su alto índice de recurrencia. La meta en la reparación exitosa de una hernia debe ser disminuir la recurrencia, quitar el dolor de forma permanente y una baja incidencia de complicaciones peri y postoperatorias. La colocación de un biomaterial de sustitución y/o refuerzo ha reducido la recurrencia de un 50 a menos del 24%. En ocasiones tiene que quedar en contacto con el peritoneo visceral, lo que puede llevar a complicaciones postquirúrgicas como la formación de adherencias, fístulas intestinales o producir oclusión intestinal. El propósito de este estudio es comparar en un modelo animal tres diferentes mallas, las cuales se colocaron éstas por laparoscopia en la pared abdominal y se reintervinieron a los 7, 14 y 21 días para clasificar el estado de las adherencias. Se realizaron escalas visuales y se encontró dependiendo de los diferentes días en los que se realizó la laparoscopia que la malla de Proceed fue la que menos adherencias presentó, aunque esto no la exenta de hacerlas.
INTRODUCCIÓN
Las hernias incisionales ocurren en 5 a 20% de los pacientes después de una cirugía abdominal. Cerca de un tercio de éstos tienen dolor, les molesta el aspecto estético, la obstrucción intestinal o la estrangulación, por lo que forzosamente requieren una
reparación.
La reparación de hernias sigue siendo una de las intervenciones quirúrgicas más frecuentes en la cirugía general. La reparación con sutura se ha abandonado por su inaceptable alto índice de recurrencia.
La meta de una reparación exitosa de una hernia debe ser disminuir la recurrencia, quitar el dolor o el malestar de forma permanente y una baja incidencia de complicaciones peri y postoperatorias. Se han propuesto varias técnicas para intervenir grandes defectos de pared abdominal, donde se utilizan injertos o prótesis. Los injertos se refieren a injertos de fascia lata, duramadre y piel del propio saco herniario. Sin embargo, la colocación de un biomaterial de sustitución y/o refuerzo está muy bien consensuada por los cirujanos. Esto ha reducido la recurrencia de un 50% a menos del 24%.
En ocasiones, es necesario que el biomaterial quede en contacto con el peritoneo visceral; esto puede llevar a complicaciones postquirúrgicas, tales como la formación de adherencias, la aparición de fístulas intestinales o la producción de oclusión intestinal.
Las adherencias pueden ser congénitas o desarrollarse después de una cirugía abdominal o
infección. El tejido dañado intraoperatorio, las infecciones, isquemia de tejido, sangre o bilis pueden causar potencialmente adherencias peritoneales. Materiales extraños como polvo de los guantes, material que expelen las gasas y las suturas también causan una reacción inflamatoria peritoneal. Esta reacción también potencia la formación de adherencias.
La formación de adherencias se ha tratado de modular con el empleo de biomateriales que llevan algún pre tratamiento, o bien que estén formados por dos componentes. Tienen un componente de biomaterial que es el principal (primer componente), al que se añade otro que cumple la función específica que no puede llevar a cabo el primero (segundo componente); el primer componente es el que hace la integración tisular y el segundo el que queda en contacto directo con el peritoneo visceral y modula el comportamiento de esta interfaz.
Los biomateriales deben proporcionar buena integración tisular, buen comportamiento peritoneal y buena resistencia mecánica. Pueden ser biodegradables
o no. Los cirujanos frecuentemente se enfrentan a hernias ventrales estranguladas que son operadas de urgencia. Se puede observar oclusión intestinal parcial o completa, y el dolor varía de acuerdo con la porción afectada. Un gran número de autores han estudiado y probado que en estos casos ocurre translocación bacteriana, y si se tiene que hacer una reparación asociada todavía está en duda el uso o no de prótesis o mallas.
El debut de la primera malla fue en 1958 con la introducción de la malla de polietileno. La malla de polipropileno es probablemente la más usada en la reparación con malla por su bajo costo, no es biodegradable y tiene una excelente incorporación. Sin embargo, ponerla intraperitoneal provoca una reacción inflamatoria que puede llevar a la formación de adherencias y fístulas.
La reducción de adherencias es de mucho interés clínico y ha llevado a la utilización de muchas mallas con diversos componentes.